Granizo en verano

Las estaciones cálidas ya no garantizan estabilidad climática. En los últimos años, fenómenos como el granizo en verano o las tormentas repentinas en primavera están afectando gravemente a la agricultura española. Más allá de las lluvias necesarias, los temporales extremos se han convertido en una amenaza directa para la producción de alimentos, la economía rural y el valor de las fincas rústicas.

Una nueva normalidad climática para el campo

El cambio climático está alterando los patrones meteorológicos tradicionales. Hoy, es habitual observar granizadas en junio o tormentas eléctricas en plena campaña de recogida. Este comportamiento errático pone en peligro cultivos sensibles como el viñedo, el olivar, los frutales o los cereales, cuya ventana de recolección coincide con los meses más inestables.

Según datos de Agroseguro, solo en la primera mitad de 2025 se han declarado más de 375.000 hectáreas siniestradas, muchas de ellas a causa del granizo, con daños que superan los 100 millones de euros. Esta cifra podría incrementarse aún más durante los meses de verano.

¿Por qué el granizo en verano es tan destructivo?

El granizo no es una simple precipitación sólida. Sus impactos pueden arrasar cosechas en minutos:

  • Perforación de hojas y frutos: especialmente en cultivos de hoja ancha como la vid o el melocotonero.
  • Daños en infraestructuras rurales: invernaderos, sistemas de riego, maquinaria.
  • Interrupción de la maduración: que hace que la fruta pierda valor comercial o no sea apta para el consumo.

Además, su carácter imprevisible dificulta las medidas preventivas si no se dispone de tecnología adecuada o un buen sistema de seguros.

Temporales en primavera: lluvias intensas y viento

Aunque a menudo se asocian a beneficios hídricos, las lluvias de primavera pueden resultar igual de nocivas cuando se presentan de forma torrencial o acompañadas de viento fuerte. Estas condiciones provocan:

  • Encharcamiento de los suelos.
  • Caída prematura de flores y frutos.
  • Aumento del riesgo de enfermedades fúngicas como mildiu o oídio.

Por eso, incluso cultivos considerados “resistentes”, como el olivo o el cereal, se ven comprometidos en primavera si no se toman medidas de protección agronómica.

Consejos para proteger tus cultivos frente a los temporales

Aunque no podemos controlar el clima, sí es posible reducir el riesgo de pérdidas graves adoptando ciertas estrategias:

1. Contratar un seguro agrario actualizado

Revisa que tu póliza cubra daños por granizo, viento o lluvias excesivas. Cada año se revisan las condiciones y franquicias.

2. Instalar sistemas de protección

Las mallas antigranizo, los sistemas de drenaje mejorado y los cortavientos naturales pueden marcar la diferencia, sobre todo en frutales y hortalizas.

3. Utilizar variedades más resistentes

El uso de semillas adaptadas a condiciones adversas es una tendencia en alza. Algunas comunidades autónomas ya ofrecen ayudas para la reconversión varietal.

4. Seguir alertas meteorológicas

Plataformas como AEMET ofrecen sistemas de aviso por SMS o app. Estar preparado permite anticipar labores como la cosecha o el tratamiento fitosanitario. AEMET – Avisos meteorológicos

Impacto en la inversión agrícola y el valor de las fincas

El granizo en verano no solo afecta la producción anual, sino que puede depreciar el valor de una finca rústica si no se cuenta con infraestructura de protección. Por eso, cada vez más compradores valoran elementos como:

  • Sistemas de protección climática.
  • Buen acceso para maquinaria y evacuación.
  • Historial de siniestralidad y seguros vigentes.

Si estás pensando en vender tu finca, te interesa cuidar estos aspectos para asegurar una buena tasación.

→ Lee también: ¿Vendes tu finca rústica? Lo que debes saber antes de ponerla en el mercado

Conclusión: adaptarse para sobrevivir

El cambio climático es una realidad y el campo español lo vive cada día. El granizo en verano y los temporales de primavera ya no son excepciones, sino fenómenos recurrentes que exigen preparación. Los agricultores que apuestan por la resiliencia, la tecnología y una buena gestión del riesgo tienen más probabilidades de mantener la rentabilidad de sus explotaciones.

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