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Una finca rústica en Teruel abre la puerta a un entorno rural donde la agricultura, la ganadería y el aprovechamiento forestal se integran en paisajes naturales de enorme valor. Esta provincia aragonesa, caracterizada por sus amplios altiplanos y sus sierras, es ideal para quienes buscan fincas extensivas con múltiples posibilidades de uso. En comarcas como el Jiloca o la comarca de Teruel, el cereal de secano sigue siendo el cultivo predominante, con rotaciones tradicionales de trigo, cebada y leguminosas adaptadas al clima continental extremo.
Además de los cultivos herbáceos, Teruel es referente mundial en el cultivo de trufa negra. En zonas como Sarrión, muchas fincas agrícolas se están transformando en truferas, un cultivo de altísimo valor económico que ofrece rentabilidad a medio plazo y que convierte al suelo en un activo de alto interés. Este modelo de agricultura de valor añadido se combina con explotaciones ganaderas extensivas de ovino y bovino, favorecidas por la abundancia de pastos y la existencia de programas de calidad diferenciada.
Los bosques de pino rodeno y sabina de la provincia permiten también el desarrollo de actividades forestales, de turismo rural y de conservación ambiental, gracias a las ayudas disponibles para la reforestación y la gestión sostenible de montes. Tener una finca rústica en Teruel no solo significa producir, sino también gestionar territorio, cuidar el paisaje y crear proyectos rurales adaptados a las nuevas tendencias de sostenibilidad.