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Invertir en una finca rústica en Lugo es apostar por una tierra verde, fértil y con tradición agraria bien consolidada. Esta provincia gallega destaca por su elevado nivel de pluviometría, lo que favorece el crecimiento de pastos naturales y cultivos atlánticos como el maíz forrajero, las patatas, las hortalizas y los nabos. En las comarcas de Terra Chá o A Mariña, predominan las fincas orientadas a la ganadería, sobre todo a la producción de leche con razas frisona o pardo alpina.
La estructura de la propiedad es muy diversa: desde pequeñas fincas familiares hasta explotaciones más amplias con sistemas de producción integrados. Muchas fincas incluyen praderas, monte raso y pequeñas zonas forestales, lo que permite diversificar y combinar leche, carne, apicultura o madera. El cultivo del castaño también tiene tradición en la montaña lucense, así como el uso del bosque autóctono para setas o recolección silvestre.
La demanda de fincas para transformación ecológica o agroturismo está en crecimiento, impulsada por los valores paisajísticos, la buena conexión con A Coruña y Oviedo, y la creciente demanda de productos con sello gallego. Una finca en Lugo es perfecta para quienes desean una conexión con la tierra productiva y la tradición rural del norte, sin renunciar a nuevas formas de rentabilidad sostenible.