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La riqueza agroclimática de esta provincia hace que adquirir una finca rústica en Granada signifique elegir entre múltiples posibilidades: desde plantaciones tropicales en la Costa, hasta explotaciones forestales o agrícolas de alta montaña en la Alpujarra o el Altiplano. Granada se ha convertido en una de las zonas más dinámicas del sur de España en cuanto a diversidad agrícola y uso mixto del suelo.
En la zona de la Costa Tropical, fincas de regadío permiten el cultivo de aguacate, mango o chirimoya, todos con fuerte demanda tanto en el mercado interior como en exportación. Estas explotaciones suelen estar orientadas a producción intensiva y requieren sistemas de riego por goteo, pero también ofrecen márgenes altos y rotación continua. Más al norte, en comarcas como Loja o Guadix, el olivo es el rey. Muchas fincas mezclan olivar con viñedo o cereal en rotación, generando fincas mixtas con buena estabilidad económica.
Las zonas altas de la Alpujarra permiten otro tipo de explotación: pequeños cultivos de montaña, pastos, ganadería extensiva y proyectos ecológicos. Algunas fincas de estas áreas cuentan con acceso a agua natural, terrazas agrícolas antiguas y construcciones tradicionales que se prestan a ser rehabilitadas para turismo rural, permacultura o talleres educativos.
Una finca rústica en Granada puede responder tanto a una vocación productiva como a un modelo de vida autosuficiente. Su riqueza paisajística, el acceso al agua en muchas comarcas y la diversidad de microclimas convierten a esta provincia en un enclave perfecto para quien busca tierra con alma y rendimiento.